DESARROLLEN SU VISIÓN

Deben ver a la naturaleza llena de Dios, formada por Dios, como Dios en esas formas, olores y sonidos. Vemos la imagen en el espejo porque los rayos de luz son reflejados por la superficie del espejo. Ustedes son el reflejo de los rayos de Dios en el espejo que es la naturaleza. Si ese espejo no estuviera allí, el individuo no existiría como entidad separada. Quiten el espejo y entonces “ustedes” se fusionarán en “Él”, y se quedarán allí como “nosotros”. Es la naturaleza la que induce la creencia de que son el cuerpo; sienten que ustedes también son nombre y forma como la naturaleza. Esta identificación ha llevado a un grado desorbitado de atención al cuerpo y en consecuencia, a la preocupación y la miseria. El principio de que el alimento es sólo una medicina para curar el hambre es ignorado y el hombre es esclavizado por la lengua. Todas las veinticuatro horas se gastan en el cuidado del cuerpo, en la prevención de la enfermedad, la promoción de la salud, el desarrollo de los músculos, etc., pero no se da ningún cuidado al morador del cuerpo, al Dios que reside en este tabernáculo físico y a quien se debe reconocer y reverenciar. La báscula sobre la cual están parados leyendo su peso con orgullo se ríe de ustedes por su tonta alegría. Se mofa de su orgullo por las victorias físicas, les advierte contra la preocupación excesiva por ganancias fútiles. Sabe que la muerte está al acecho para llevárselos, no importa lo pesados que se puedan poner. Desarrollen su visión, no su cuerpo. Concéntrense en el Hacedor, no en lo “hecho”.

Bhagavan Sri Sathya Sai Baba

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jueves, 26 de agosto de 2010

SI TODO ES DIOS ¿QUIEN HACE EL MAL?

Los encabezados de la prensa, la televisión y la radio, lla­man insistentemente nuestra atención hacia la maldad en el mundo. Los críticos dicen: "Las malas noticias venden, las buenas noticias no venden", Las malas acciones que son traídas a nuestra atención, aunque tal vez no las experimentamos di­rectamente, resultan profundamente perturbadoras. Cuando uno habla con la gente, a menudo surgen preguntas como: "¿Por qué el mal?" Escuchamos que sólo Dios existe, que todo es Dios, y nos puede surgir el pensamiento: "Si todo es Dios, en­tonces Dios tiene que ser el hacedor del mal, así como del bien". Pero este pensamiento, aunque aparentemente lógico, parece estar más allá de la credibilidad, sentimos que no puede ser posible, porque a uno se le aconseja amar a Dios con todo el corazón.

Los conceptos de reencarnación y de acción-reacción pro­veen una explicación de por qué una persona puede estar en la punta receptora del mal, pero no sobre la persona que realiza el mal. La razón de por qué una persona realiza una mala acción no queda clara, a pesar de las muchas explicaciones que son tra­ídas a nuestra atención y que van desde la herencia genética y/o los traumas infantiles inconscientes, hasta los males del capita­lismo, y/o al exceso de azúcar en la dieta. Investigaciones publi­cadas apoyan cada explicación, pero aún no estamos satisfe­chos, y los interrogantes sobre el mal continúan molestándonos.

Tampoco estamos satisfechos con la explicación de que hay dos principios en acción -el Divino Indivisible Supremo Absoluto y el principio del mal personificado por el Diablo- porque a pesar de la respuesta, aceptada desde antaño, continuamos bus­cando mayor luz sobre el tema.

También se lanzan explicaciones para indicar que no hay necesidad alguna de un segundo principio (el Diablo). Por ejemplo, el santo realizado en Dios, Sri Ramakrishna, contestó a la pregunta de por qué Dios permitía el mal en su mundo, di­ciendo que Dios creó al mundo como un juego, y que sin villa­nos no podía haber drama. La explicación de Sri Ramakrishna es una descripción de la "mecánica" del drama, pero aún queda la pregunta: "¿Por qué Dios, que es amor y misericordia encar­nados, permite el mal en su propio mundo?"

Los maestros de Sabiduría Divina responden a las pregun­tas de acuerdo con lo que el interrogador es capaz de compren­der. Pero si las respuestas no satisfacen, debemos profundizar, si verdaderamente estamos decididos. En sus discursos, Baba ha declarado que Dios es únicamente Amor, y que las malas accio­nes son acciones del ego.

Si aún quedan preguntas y dudas, debemos referimos a no­sotros mismos y sumergirnos más profundamente en el tema. Una primera pregunta podría ser: ¿Nos hemos involucrado en el pasado en alguna acción que ahora pudiera ser considerada co­mo mala, una acción que uno no repetiría? Si así es, ¿por qué realizó uno esa acción en el pasado y por qué no la realizaría en el presente? La respuesta es que uno actuó imprudentemente en la situación pasada porque la acción parecía justificada de acuerdo con el discernimiento propio en ese momento. Y uno no repetiría ahora la mala acción, porque ahora uno tiene un mejor conocimiento.

Pero, ¿por qué no fuimos más atinados en el pasado, al mo­mento de la mala acción? La respuesta es que la inteligencia y sentimientos propios en ese momento estaban encubiertos por nociones equivocadas sobre el mundo, otras personas y uno mismo. En otras palabras, uno estaba bajo el dominio de la ig­norancia y se identificaba con ideas que aparecían en la mente y con pasiones que agitaban las emociones; y por lo tanto, actua­ba imprudentemente.

Pero Baba nos asegura que el ser más profundo o esencial de nosotros es la Divinidad misma. ¿Cómo, entonces, puede la Divinidad (mi Ser) involucrarse en malas acciones? Sin embar­go, la realidad es que ya lo hicimos. Uno podría correctamente preguntar: "¿Por qué yo, la Divinidad, realizo acciones malas (o perversas)'?" Si se logra ver la correcta respuesta a esta pregun­ta, entonces también será la respuesta a la pregunta más gene­ral: "¿Por qué Dios permite el mal en el mundo?"

El mal en el mundo puede continuar únicamente en tanto los individuos realicen malas acciones, porque éstas proceden de los individuos; son los individuos los que realizan el mal. Desde luego, la gente seguirá sufriendo a través de las enferme­dades, accidentes y desastres naturales; pero no los considera­mos como malas acciones, porque son debidos a condiciones naturales. Por ejemplo, los animales salvajes atacarán, porque ésa es su naturaleza.

Se podría decir que no sólo los tigres, sino también la gente ataca debido a su naturaleza. Esto es, efectivamente, verdadero, y de ello surge la etiqueta "persona perversa". Pero no todo el mundo tiene tal naturaleza, por lo cual nos debemos fijar particu­larmente en el individuo involucrado para obtener una explica­ción. Baba ha dicho que no hay personas "perversas", pero sí hay acciones perversas. Así que la pregunta tendrá que ser: ¿Realiza la persona acciones perversas debido a una naturaleza perversa, o diremos que tiene una naturaleza perversa porque realiza accio­nes perversas? Si lo último es el caso, puede haber cambio, y la observación de Baba indica que el último caso es el correcto. En este contexto, si una persona puede ver por qué ella misma reali­za una mala acción, entonces la perspectiva se aclara. Una acción es perversa si el motivo es perverso. Por ejemplo, una persona tortura a su víctima para satisfacer su odio, o por venganza, o pa­ra disfrutar el sufrimiento del otro. Baba dice que tal acción per­versa proviene del "ego", siendo éste el sentimiento de "yo soy esa entidad que nace, teme, disfruta, sufre y muere".

Si uno se vigila atentamente a sí mismo cuando actúa, puede observar que la mala acción tiene lugar a la luz de las propias ideas y conceptos sobre sí mismo y sobre las otras personas. Es­tas ideas y conceptos erróneos constituyen "el velo" de la igno­rancia que encubre la verdadera naturaleza de uno mismo, que, dice Baba, es la Divinidad misma. Si una persona está dispuesta a considerar calmadamente las enseñanzas de Baba, que El ex­plica en sus discursos y que son reseñadas con cierto detalle en las páginas de este libro, encontrará que las nociones erróneas que ha mantenido durante toda su vida se desmoronarán y dejará de realizar malas acciones, ya no habrá más base para acciones dañinas. Esta experiencia directa le dará a uno el conocimiento directo de cómo toma vida la maldad y cómo puede ser vencida. Si vemos esto claramente en nosotros, podremos dar una expli­cación verdadera a otros cuando manifiestan la pregunta: "¿Có­mo puede haber maldad en el mundo de Dios?"

Una persona que ha realizado a Dios como la verdad de su vida, ya no está más bajo la ilusión de que el cuerpo es su ver­dadero ser. Tal persona ha tomado conciencia de que Dios, el ser interno, es la fuente de felicidad y ya no confunde más al cuerpo y sus acciones con la fuente de felicidad. Tal persona ya no sigue ignorante sobre el papel del cuerpo, y por lo tanto, ya no da autoridad a los deseos del cuerpo. Al no ignorar ya este punto vital, tal persona no se involucra más en acciones peca­minosas. La posibilidad de que todos los individuos en el mun­do pudieran estar en este punto de sabiduría al mismo tiempo es improbable, porque si la aseveración de Sri Ramakrishna es co­rrecta, el "juego" de Dios se terminaría y ya no habría más dra­ma de la vida humana. Incluso, a nivel mundano, un cambio universal es improbable, porque "cada fruta en el árbol no ma­dura al mismo tiempo". Pero si uno es capaz de ver en sí mismo la base de las malas acciones, sabrá cómo es que la maldad co­bra existencia.

Es uno mismo, el aspecto de Dios manifestado como una persona humana, quien hace el mal, debido a la fuerza de la ig­norancia que antepone un velo. Esconde nuestra propia y verda­dera naturaleza, igual que una pequeña nube pasajera esconde al sol brillante. Un ligero viento alejará a la nube que oculta al sol, y la práctica de las enseñanzas divinas de Baba dispersará la ig­norancia que nos esconde la Verdad. Logrado esto, ya no habrá más maldad surgiendo de uno hacia el mundo.

Sobre la maldad en el mundo de Dios, uno debe tener mu­cho cuidado. Baba nos dice que únicamente existe Dios. Al aceptar esto, nos daremos cuenta, por ejemplo, de que Dios se manifiesta como el tigre, conforme a las tendencias del tigre. Igualmente, el cuerpo humano manifiesta a Dios conforme a sus tendencias. El tigre no puede trascender sus tendencias de tigre, pero el ser humano, nos asegura Baba, puede trascender sus ten­dencias. Baba aconseja: "No piensen que ustedes son humanos y que tienen que alcanzar el estado de la Divinidad. Más bien, piensen que ustedes son Dios mismo y de ese estado se han vuelto seres humanos. Cuando piensen de esta manera, todos los atributos de Dios se manifestarán en ustedes. Sepan que han descendido de Dios como seres humanos y que finalmente re­gresarán a su fuente de origen".

Se debe tener cuidado en los asuntos del mundo y debemos tratar a los seres que lo pueblan conforme a su condición y a sus acciones. No sería juicioso, por ejemplo, acercarse a un tigre ¡y darle un abrazo! De Dios-tigre, lo mejor es mantenerse a distan­cia. Similarmente, con las personas humanas cuya condición de sabiduría desconocemos, es mejor mantenernos alertas y vigi­lantes. Baba dice: "Dejen que los corazones estén unidos, pero mantengan sus cuerpos separados".

Aun cuando avancemos en la solución del enigma de por qué surgen las malas acciones, aunque todo es Dios y, aun cuando comprendamos que los efectos son originados por las causas, de todas maneras nuestro entendimiento puede verse sacudido por el impacto de sufrimientos a gran escala, tales como genocidios y hambrunas, que no pueden ser aliviados rápida­mente debido a que las consideraciones políticas dictan lo con­trario. En estas circunstancias, sentimos que el sufrimiento es tan vasto en su alcance y profundidad, que seguramente el Amor de Dios por su familia humana lo conmoverá e interven­drá. Para obtener una respuesta a esto, sería mejor preguntárselo directamente a Baba. Y esto fue hecho por Sri R. J. Karanjia, director de Blitz Publications, de Bombay. Sri Karanjia hace las preguntas y Baba contesta:

Karanjia: Los críticos de Swami preguntan por qué Sai Baba no ayuda a la gente en desgracia, trayendo lluvias en tiempos de sequías o creando alimento donde hay hambruna, por me­dio de su Sankalpa Shakti (Poder de Voluntad). ¿Acaso no puede un Avatar ayudar a la humanidad a controlar las fuerzas naturales y evitar calamidades tales como terremotos, inundaciones, sequías, hambrunas y epidemias?

Baba: Esto es precisamente lo que estoy haciendo al encar­nar al Dios que vive dentro del hombre para superar tales ca­lamidades. Existen dos maneras por las cuales un Avatar puede ayudar a la gente: una solución instantánea, y otra a largo plazo.

Cualquier solución instantánea iría en contra de la cuali­dad fundamental de la naturaleza misma, así como la ley kár­mica de causa y efecto. La mayoría de la gente vive en el mundo material de sus deseos y egos, que está gobernado por esta ley. Ellos cosechan los frutos de sus acciones. Esto aca­rrea su evolución o su degeneración. Si el Avatar interviene para resolver instantáneamente sus problemas, ello detendría toda acción, desarrollo e incluso evolución. Esta solución de­be ser desechada porque niega totalmente las leyes naturales.

La otra y más efectiva alternativa presenta una solución a largo plazo, mediante la cual el Avatar conduce a las perso­nas mismas a un nivel de conciencia más elevado, para per­mitirles comprender la verdad de las leyes espirituales y que puedan así cambiar hacia la Rectitud y trabajar resueltamente para lograr mejores condiciones. Esto los conduce de nuevo a la naturaleza y a la ley kármica causal. Trascenderán enton­ces el ciclo de causa y efecto, en el cual actualmente están in­volucrados como víctimas, y tendrán así mando y control so­bre las fuerzas naturales para poder evitar las calamidades que mencionaste.

Karanjia: ¿Quieres decir que estás elevando la conciencia de la humanidad hacia una condición como la de Dios, para per­mitirle estar al mando de su destino?

Baba: Exactamente. Se convertirán en copartícipes de mi Sankalpa Shakti (Poder Divino, Energía Universal). Debo trabajar a través de ellos, despertar al Dios que reside dentro de ellos y desarrollarlos hacia una más elevada realidad, para permitirles así dominar las leyes y fuerzas naturales. Si ins­tantáneamente aliviara todo, dejando a la gente en su actual nivel de conciencia, pronto enmarañarían las cosas y se vol­verían uno contra el otro nuevamente, con el resultado de que se desarrollaría la misma situación caótica en el mundo.

Sufrimiento y miseria son los actos ineludibles del drama cósmico. Dios no decreta estas calamidades, pero el hombre las condiciona como retribución a sus propias malas accio­nes. Este es un castigo correctivo que induce a la humanidad a abandonar el camino equivocado y regresar al camino co­rrecto, para poder así experimentar la condición de Dios de Sat-Chit-Ananda; esto es, una existencia de Sabiduría y Bienaventuranza. Todo esto es parte de la gran síntesis donde los negativos sirven para glorificar a los positivos. Así, la muerte glorifica a la inmortalidad, la ignorancia glorifica a la sabidu­ría, la miseria glorifica a la bienaventuranza, la noche glorifi­ca al amanecer.

Así, finalmente, si el Avalar pusiera fin inmediato a las calamidades que mencionaste, lo cual puedo hacer y hago cuando hay una gran necesidad, todo el drama de la Creaci6n con su ley kármica (obligación universal ineludible) se co­lapsaría. Recuerda que estas calamidades ocurren, no debido a lo que Dios ha hecho del hombre, sino realmente a lo que el hombre ha hecho del hombre. Por lo tanto, el hombre tiene que ser deshecho y rehecho, destruyendo su ego y reempla­zándolo con una conciencia trascendente, para que pueda así levantarse por encima de lo kármico para dominarlo.

Karanjia: ¿Puedo, entonces, resumir tu objetivo como el lo­gro de la fraternidad de la humanidad a través de la doctrina del Amor?

Baba: Sí, ¿qué otra cosa puede salvar al mundo de los fuegos termonucleares? Todo apunta hacia el terror del aconteci­miento de esa conflagración; y mi misión es evitar los fuegos mediante el restablecimiento del dharma y de la ley espiritual de un Dios, de una religión que abarque a una humanidad.

Yo predico solamente una religión de Amor para todos, es la única que puede integrar a la raza humana en una frater­nidad de hombres bajo la paternidad de Dios. Conozco sólo un idioma -el del corazón-, que está más allá de la mente o del intelecto y que interrelacíona al hombre con el hombre y a la humanidad con Dios, creando así entendimiento mu­tuo, cooperación y vida comunitaria en paz y armonía. Sobre esta base quiero establecer una humanidad sin ninguna barre­ra religiosa, de casta, o de otro tipo; que se constituya en un imperio universal de Amor que permita a mis devotos sentir al mundo entero como su propia familia.

Karanjia: Bien dicho, Baba; pero este dharma, con su orien­tación hindú, ¿no entraría en conflicto con las religiones esta­blecidas?

Baba: No, no haría nada parecido, porque mi objetivo es el establecimiento del Sanathana Dharma, que tiene la creencia en un Dios como el propiciado por los fundadores de todas las religiones. Así que nadie tiene que abandonar su religión o su deidad, sino a través de ellos adorar al único Dios que está en todos. No he venido a perturbar o a destruir, sino a confirmar y a vindicar a todos en su propia fe.

Karlllzjia: ¿Pero cómo es que esto va a evitar un holocausto nuclear?

Baba: Por la remoción de todas las causas, fuentes, barreras y provocaciones de clase, casta, credo, color y raza; y reem­plazando el odio y la violencia existentes por Amor y No Violencia. Proveeré a la humanidad de un evangelio de coo­peración pacífica que reemplace la actual escalada de muerte y destrucción.

Karanjia: Gracias, Swami. Te estoy muy agradecido porque realmente no esperaba que contestaras a toda mi larga lista de preguntas.

Durante el transcurso de su conversación con Sri Karanjia, Baba nos informó que aunque su mano pueda no ser visible, la Divinidad interviene en ciertas ocasiones en los asuntos de los hombres, y que incluso la Divinidad interviene ante el hecho para evitar que la humanidad destruya totalmente al hombre, así como a otras formas de vida. Baba, además, señaló que si la Di­vinidad pusiera un alto inmediato a todo sufrimiento e injusti­cia, las mismas condiciones volverían rápidamente a surgir; y que un cambio permanente puede tener lugar únicamente cuan­do la humanidad eleve su conciencia a un nivel más alto del que ahora tiene.

Extraído del libro: “Mi Baba y Yo”, de John Hislop.

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