Adaptado de Alice A. Bailey
En algunas partes de la India, el Festival de
Wesak ha sido considerado por siglos como un día festivo: una ocasión sagrada
de reunión, peregrinaje, regocijo y alegre expectativa. Es cierto que el
significado interno de este día es reconocido sólo por unos pocos cuya
mentalidad es espiritual; también es cierto que la vasta mayoría no conoce
nada, y poco le importan sus posibles implicancias. Pero lo mismo se podría
decir de cualquier gran festividad cristiana. Para algunos, representan
símbolos de grandes realidades espirituales; para otros, simplemente significan
un día feriado, la entrega de regalos o un momento para visitar a alguien. Sin
embargo, la gente en general no sabe relativamente nada sobre la fuerza
espiritual que dicha celebración lanza sobre el mundo, del verdadero
significado de aquellos "días de Gracia", como es el caso del Viernes
Santo, cuando la Divinidad viene a socorrer a la humanidad. Su realidad interna
y significado están fuera de su esfera de actividad. Y así ocurre también con
el Festival de Wesak.
No obstante, existe algo en relación con este Festival que lo diferencia de
todos los demás. Mientras que las fechas de las festividades cristianas han
sido establecidas sobre la base de eventos pasados o hechos que ocurrieron
siglos atrás (o conmemoran a algún gran discípulo de Cristo, que en el pasado
sirvió a la humanidad como Él lo hizo), el Festival de Wesak es un reconocimiento
a un evento vivo presente. Se lleva a cabo -de acuerdo con las creencias de
aquellos que lo observan- mientras ocurre un gran evento divino, y es una
ceremonia por naturaleza de carácter participativa. Este evento celestial tiene
lugar anualmente en el momento de la luna llena de Tauro (frecuentemente
llamada "Luna llena de mayo"). Durante esa ocasión, Dios Mismo lanza
Sus bendiciones sobre la tierra, según las demandas del hombre, a través del Buda
y de Su Hermano, el Cristo.
El Lugar
Este extraordinario acontecimiento también tiene una manifestación física.
Paralela a esta ceremonia subjetiva y espiritual, se lleva a cabo otra
ceremonia en un pequeño valle del Tibet, más allá de los Himalayas. Es allí
donde supuestamente ocurre la ceremonia terrestre de bendición, en la cual
muchas personas de la localidad y sus alrededores encuentran su camino, como
peregrinos que van hacia la luz. En el momento de la luna llena, se realiza en
ese lugar un ritual solemne, que definitivamente puede ser visto y oído tal
como se puede ver y oír una ceremonia en cualquiera de nuestras grandes
catedrales.
El sueño, la leyenda o el hecho puede describirse así: El Lugar Hay un valle,
ubicado bastante alto en los cerros de los alrededores del Himalaya tibetano.
Está rodeado por altas montañas por todos lados, excepto al noreste, donde hay
un estrecha abertura entre las montañas. Por consiguiente, el valle tiene el
contorno de una botella, con el cuello de ésta hacia el noreste, la que se
ensancha considerablemente hacia el sur. Hacia el extremo norte, cerca del
cuello de la botella, se encuentra una roca inmensa y plana. En el valle, no
hay árboles ni arbustos; está cubierto con un tipo de pasto tosco, pero las
laderas de las montañas están cubiertas con árboles.
La Jerarquía Planetaria
En el momento de la luna llena de Tauro, comienzan a reunirse peregrinos de
todos los alrededores. Los hombres santos y lamas encuentran su rumbo hacia el
interior del valle y ocupan la parte sur y central, dejando el final del mismo,
el noreste, relativamente libre. Allí, sigue la leyenda, se reúne un grupo de
aquellos grandes Seres que son los Guardianes en la Tierra del Plan de Dios
para nuestro planeta y para la humanidad. Como llamemos a estos Seres no tiene
relevancia. Los fieles cristianos pueden preferir hablar de Cristo y Su
iglesia, y considerar que constituyen aquella gran Nube Divina que garantiza a
la humanidad la salvación final. Los esotéricos del mundo pueden llamarlos los
Maestros de la Sabiduría, la Jerarquía Planetaria, quienes en sus diversos
niveles son regidos e instruidos por el Cristo, el Maestro de todos los
Maestros, el Maestro semejante a los ángeles y al hombre. También los podemos
llamar los Rishis de las Escrituras Hindúes, o la Sociedad de Mentes Iluminadas,
como en las enseñanzas tibetanas. Ellos son los Grandes Intuitivos y los
Grandes Compañeros de nuestra presentación más moderna de las realidades
internas. Son el reflejo de una humanidad perfeccionada, que ha seguido los
pasos de Cristo y nos ha introducido más allá del velo, dejándonos el ejemplo
de que deberíamos actuar tal como Ellos lo hicieron. Ellos, con Su sabiduría,
amor y conocimiento, actúan como una red protectora alrededor de nuestra
humanidad. Buscan guiarnos, paso a paso (tal como Ellos fueron guiados en su
momento) de la oscuridad a la luz, de lo irreal a lo real, y de la muerte a la
inmortalidad. Este grupo de conocedores de la divinidad es el elemento más
importante del Festival de Wesak. Ellos se agrupan al final de la parte noreste
del valle, en círculos concéntricos (según el estado y nivel del desarrollo de
su Iniciación), preparándose para un gran acto de servicio. Al frente de la
roca, mirando hacia el noreste, se encuentran Aquellos Seres, que son llamados
por sus discípulos "los Tres Grandes Señores". Ellos son el Cristo,
quien se ubica en el centro; el Señor de las formas vivientes, el Manú, que se
ubica a la derecha del Cristo; y el señor de la civilización, el Mahachohan,
que se ubica a su izquierda. Ellos tres se encuentran frente a la roca, sobre
la cual descansa una gran bola de cristal, llena de agua.
La Ceremonia
Detrás del grupo de Maestros, adeptos, iniciados y trabajadores mayores bajo el
Plan de Dios, se encuentran los discípulos y aspirantes del mundo en sus
diferentes grados y grupos (tanto "en cuerpo como fuera de él", para
citar las palabras de San Pablo), quienes constituyen en este momento el Nuevo
Grupo de Servidores del Mundo. Las personas presentes en cuerpo físico han
encontrado su camino ahí por vías comunes. Otros están presentes en sus cuerpos
sutiles y en estado de sueño.
Cuando se aproxima la hora de la luna llena, un silencio se apodera de la
multitud y todos miran hacia el noreste. Comienzan algunos movimientos
rituales, en los cuales el grupo de Maestros y sus discípulos de todos los
rangos adoptan posiciones simbólicas, todas las cuales tienen un significado
poderoso y profundo, mientras, simultáneamente, emiten cánticos y palabras de
poder, llamados mantrams. La expectativa en la multitud que espera y observa es
grande y la tensión es real y creciente. Pareciera ser que a través de todo el
cuerpo de las personas se siente una estimulación o una vibración poderosa, la
cual tiene el efecto de despertar las almas de aquellos presentes, fusionando y
mezclando al grupo en una total unidad, y elevando todo en un gran acto de
demanda espiritual, buena voluntad y esperanza. Es el cenit del anhelo mundial,
enfocado en este grupo que espera. Estas tres palabras -demanda, buena voluntad
y esperanza- son las que mejor describen la atmósfera que rodea a los presentes
en este valle secreto.
El canto y el flujo rítmico crecen poderosamente, y todos los participantes y
observadores levantan sus ojos hacia el cielo en dirección a la parte angosta
del valle. Justo unos pocos minutos antes del momento exacto de la luna llena,
se puede ver en la lejanía una pequeña mancha en el cielo. Se acerca más y más,
aumenta su claridad y definición del contorno, hasta que se puede ver la forma
del Buda, sentado en la posición de loto, vestido con su manto azafrán, bañado
de luz y color, y con su mano extendida en señal de bendición. Cuando El llega
exactamente al punto sobre la gran roca, flotando en el aire sobre las cabezas
de los Tres Grandes Señores, un poderoso mantram, utilizado sólo una vez al
año, durante este Festival, es entonado por el Cristo y todo el grupo de
personas en el valle se postra delante de Ellos. Esta Invocación crea una gran
vibración o corriente de pensamiento, que se extiende sobre el grupo de
aspirantes, discípulos o iniciados que la emplean, hasta Dios mismo. Esto marca
el momento supremo de un intenso esfuerzo espiritual ejercido a través de todo
el año, la revitalización espiritual de la humanidad y de los efectos
espirituales que perdurarán durante los meses siguientes. El efecto de esta
Gran Invocación es universal, y sirve para vincularnos con ese centro cósmico
de fuerza espiritual desde el cual provienen todos los seres creados. Se
derraman bendiciones, y el Cristo -en representación de la humanidad- las
recibe como su custodio para su distribución.
Así, continúa la leyenda, el Buda vuelve una vez al año para bendecir al mundo,
transmitiendo a través del Cristo vida espiritual renovada. Lentamente, el Buda
se aleja, hasta que puede verse sólo una débil mancha en el cielo, la que
finalmente desaparece.
Toda la ceremonia, desde la primera aparición distante hasta el momento en que
el Buda se pierde de vista, toma sólo ocho minutos. El sacrificio anual del
Buda por la humanidad ha terminado y Él vuelve nuevamente a aquel lugar elevado
donde trabaja y espera. Año tras año, Él regresa a la ceremonia de bendición,
en la cual Él y Su gran Hermano, el Cristo, trabajan en íntima cooperación para
el beneficio espiritual de la humanidad. En estos dos Grandes hijos de Dios, se
han concentrado dos aspectos de la vida divina, y Ellos actúan juntos como
Guardianes del tipo de fuerza espiritual más elevada a la cual nuestra
humanidad puede responder. A través del Buda, se derrama la sabiduría de Dios.
A través del Cristo, se manifiesta el amor de Dios a la humanidad, y es esta
sabiduría y este amor el que fluye sobre la humanidad cada luna nueva de mayo.
Esta es la leyenda que hay detrás de este popular día festivo en Oriente. Tal
es el hecho, si es que podemos aceptar el desafío de creerlo y de tener la
mente lo suficientemente abierta como para reconocer esta posibilidad. Para
Occidente, representa una idea algo nueva, que nos llama a readecuar algunas de
nuestras creencias más apreciadas. Pero, si puede ser captada y entendida,
surgirá una nueva visión en nuestra conciencia y la posibilidad en la actual
humanidad, de incentivar conscientemente una nueva fuente de enriquecimiento y
un nuevo centro de fuerza espiritual.
Significado de la Ceremonia
Para algunas personas, este Festival representa hoy ideas claras y definidas, y
ofrece una gran oportunidad, lo que puede detallarse de la siguiente forma:
Primero, el Festival vincula el pasado con el presente, como no lo ha hecho
jamás ningún otro festival relacionado con cualquiera de las grandes religiones
del mundo. Representa una verdad viva y una oportunidad presente. En su
servicio mutuo a la humanidad, el Buda y el Cristo unen Oriente y Occidente, y
funden en una la tradición cristiana, la budista y la fe hindú, así como las
aspiraciones de todos los creyentes en el mundo de hoy. Las diferencias de
religión desaparecen.
Segundo, el Festival establece la bendición espiritual más elevada en el mundo.
Es un momento inusual de flujo de vida y estímulo espiritual, que vitaliza las
aspiraciones de toda la humanidad.
Tercero, en el momento del Festival y a través del
esfuerzo unido del Cristo y del Buda, trabajando en estrecha cooperación, se
abre un canal de comunicación entre la humanidad y Dios, para que descienda el
amor y sabiduría de Dios mismo al mundo que espera y necesita. Hablando
simbólicamente, y recordando esos símbolos que ocultan una verdad, se puede
afirmar que en el momento de la luna llena, es como si de pronto se abriera una
puerta al Cielo, que en otros momentos permanece cerrada, haciendo posible el
contacto con las grandes Vidas. A través de esa puerta, aspirantes y discípulos
pueden contactarse con energías que en otras circunstancias no son de fácil
disposición. A través de esa puerta, es posible aproximarse a Aquellos que
guían la raza a la verdad y realidad, lo cual en otros momentos no es posible.
Una vez que esto sea conocido, será posible desarrollar una Ciencia de
Acercamiento a las verdades más profundas y a las fuerzas de la vida que aún
están escondidas detrás de un velo. Este conocimiento se revelará en la Nueva
Era y es parte de la verdadera técnica emergente del Camino y del progreso
espiritual.
Nuevamente, hoy en día, es posible obtener grandes expansiones de conciencia.
Discípulos e iniciados de todas partes pueden ser ayudados y estimulados
espiritualmente para dar aquellos grandes pasos llamados iniciaciones, que
habilitan a la humanidad para penetrar un poco más profunda y conscientemente
en los misterios del reino de Dios. Ello revela claramente el milagro de la
divinidad, la belleza de lo divino en cada individuo y alguna medida del Plan
al cual la humanidad pertenece y con el cual puede cooperar.
Distribución y Servicio
Volviendo al acontecimiento de los Himalayas, cuando el Buda nuevamente ha
desaparecido, la multitud se empina, se distribuye el agua del cuenco en
pequeñas porciones a los Maestros, iniciados y discípulos, y luego Ellos
regresan a Su lugar de servicio. La multitud, que ha traído sus propias copas y
vasijas de agua, bebe y comparte con otros. Esta hermosa "ceremonia de
comunión del agua" señala simbólicamente un indicio de la Nueva Era que
está cercana, la Era de Acuario, la Era del Portador del Agua. Es la era del
"hombre sosteniendo un cántaro de agua", tal como Cristo dice en ese
episodio que precede el servicio de comunión que El inició. En esta ceremonia,
está perpetuada para nosotros la historia de la universalidad del amor de Dios,
la necesidad de nuestra purificación individual, y la oportunidad de compartir
con cada uno aquello que pertenece a todos. El agua, que ha sido magnetizada
por la presencia del Buda y del Cristo, lleva ciertas propiedades y virtudes de
naturaleza curativa y benéfica. La multitud, bendecida de esta manera, se
dispersa silenciosamente, mientras los Maestros y discípulos regresan con
fuerzas renovadas, para emprender otro año de servicio mundial.
En la actualidad, esta leyenda, o esta relación con un hecho espiritual
verdadero y vital, está encontrando lentamente su camino en Occidente; generando
en muchas personas reconocimiento, curiosidad, admiración o bien interrogantes.
Pareciera que para algunos aspirantes occidentales ha llegado el tiempo en que
Oriente y Occidente puedan unirse espiritualmente en un gran Festival y
comunión de almas. Al unísono entre cada uno, y bajo la guía del Buda, que vino
a traer luz a Oriente, y del Cristo, que vino a traer luz a Occidente, hombres
y mujeres pueden pedir y evocar esa bendición y revelación espiritual, que en
el futuro inmediato puede aportar algo que es sumamente necesario: "paz en
la tierra, buena voluntad a los hombres." Así, nos podemos introducir en
una era de hermandad y comprensión, que permitirá a cada uno tener más tiempo,
libre de temor, para encontrar a Dios en sí mismo.
De este modo, el Festival de Wesak es el evento más grandioso de nuestro
planeta, desde el punto de vista de las realidades espirituales, y el que tiene
los efectos más importantes para la raza humana. Su influencia ha existido
siempre, pero ha sido desconocida para la mayoría. Ahora, su influencia se
encuentra disponible para ser reconocida y utilizada conscientemente. Es una
gran responsabilidad y oportunidad para quien quiera reconocerla.